Cuando empecé en esto del video profesional allá por el año 1991 la manera de introducirte en este mundillo era muy diferente, el alto coste de los equipos profesionales, una buena cámara podía costar unos 12.000€ o 18.000€ ( 2 o 3 millones de pesetas de entonces) y una sala de edición llegaba a varios millones largos de pesetas (60 millones costaba la sala en la que yo aprendí). Esto hacía que fuera prácticamente imposible empezar tú mismo sin trabajar con otros o sin hacer prácticas interminables en una productora.
Todos soñábamos con trabajar en alguna televisión local o productora, aunque estuviéramos meses sin cobrar, para poder «tocar» esos equipos que hasta entonces conocíamos por revistas. Jornadas muyyy largas en las que generalmente nadie se preocupaba mucho de sí aprendías o no, simplemente si lo que traías grabado no valía te echaban la bronca y ya sabías lo que tenías que mejorar en la próxima grabación. Esto tenía sus cosas malas, la precariedad laboral, si, ya la había entonces, la casi nula formación, la no implicación personal en los proyectos porque no eras tú el que habías decidido hacerlos…etc, y sus cosas buenas, no ibas por libre y aprendías rápido a colaborar y hacer las cosas en un tiempo justo para llegar a tiempo al cliente.
Pero todo esto cambió en septiembre del año 2008 cuando Vincent Laforet decidió grabar su corto REVERIE con una Canon Mark II y demostró al mundo que se podía grabar con muy buena calidad y con un estilo cinematográfico, que hasta entonces sólo se podía conseguir con una Arri o con una Red One de 40.000€, pero no con una cámara de unos 3000€.
Este corto añadido a una gran campaña de Canon rodando spots de publicidad y capítulos de series muy conocidas hizo que todo el mundo se lanzará a comprar la Mark II para conseguir una calidad extraordinaria dejando de lado todos los inconvenientes propios de un equipo que, en principio, era una cámara de fotos a la que se le había añadido el video en el último momento y que tenía defectos como un moiré y un rolling shutter casi insalvable, una nula calidad de captación de audio, sobre calentamientos del sensor al grabar durante mucho tiempo, límite de duración en los clips de video y un codec AVCHD «consumer» que te obligaba a transcodificar todo el material para poder editarlo. También, y esto hay que recordarlo, el cuerpo de la cámara era relativamente económico pero, para poder trabajar en condiciones, tenías que equipar la cámara con lentes, grabadora de audio externo, soporte de hombro, monitor externo o viewfinder…etc, lo que incrementaba bastante el precio final y lo acercaba mucho al precio de las Xdcam de Sony de entonces pero ¡y la calidad tan buena que teníamos!
Todo esto hizo que el video y el cine independiente se «democratizara» y toda la gente se lanzará a trabajar llenando Vimeo y Youtube de trabajos increíbles y demostrandole a la industria que «lo importante siempre es el operador», dale una Sony f65 a un mal cámara y nunca estará a la altura de un buen cámara con una Canon 7d, se verá mejor sin duda pero será inaguantable 😉
Pero, ¿todo ha sido bueno en esa democratización del sector?, no, evidentemente no. El que un equipo sea relativamente económico ha hecho creer a mucha gente que «sólo» comprándose una Mark III ya se es un buen cámara y no tienen que aprender como lo hemos tenido que hacer todos. Al trabajar «por tu cuenta» y no tener que integrar tu trabajo en el de un equipo hace que pierdas la perspectiva y, muchas veces, veamos trabajos en Vimeo y Youtube fuera de foco, con una inestabilidad que roza lo insoportable o con una calidad de audio muy mala.
Así mismo con la edición de video ha ocurrido lo mismo, ahora con un buen portátil o un iMac tienes al alcance herramientas que hace tan solo 15 años eran imposibles, puedes disponer de casi los mismos recursos que los grandes de la publicidad y el cine a un costo increíble.
Pero disponer de el mejor equipo no quita que la curva de aprendizaje siga siendo alta, necesitas aprender fundamentos básicos de edición, ritmo, animación básica, tener oído musical y saber sincronizar bien audio y video para que tus trabajos no cansen al que los vea.
En resumen, ser humilde y pensar que siempre sabes mucho menos de lo que te queda por aprender, disfruta, aprende cada día algo nuevo, no repitas procesos como un autómata, pásatelo bien grabando y editando, no todo el mundo puede trabajar en lo que le gusta, valora tu trabajo, no lo regales, si empiezas regalando lo que haces para crearte mercado nunca conseguirás que te valore el cliente, siempre serás “el chiquillo” de los vídeos gratis o a 100€ y, a la larga, te “quemarás” y te volverás mediocre haciendo vídeos que ni a ti te gustan.
Lucha por crear tu propio estilo, distinguete, enséñale lo que haces a gente que no te conozca, no sólo a amigos y familiares, copia a los grandes para aprender y luego mejorarlo aportando lo que sólo tú eres capaz de hacer.
Porque, y no me cansaré de decirlo, una buena cámara nunca te convierte en un buen operador de cámara pero un buen operador de cámara convierte cualquier cámara en algo increíble.
Y esto vale también para la edición, la fotografía, el diseño gráfico…etc
Ya sabes, si quieres que te valoren, empieza tú valorando lo que haces y no lo regales.
Aprende la palabra mágica del freelance, aprende a decir “NO”
Rubén Soler
Hola compañero. Me parece cojonudo tu artículo, aunque me gustaría que hicieras uno más extenso sobre las historias por las que pasamos los freelance, algunas buenas y otras malas. Estoy de acuerdo contigo en no regalar tu trabajo, aunque al principio hay que hacerlo (creo yo) si quieres generar material. Una vez lo consigues si que debes salir de esa historia y cobrar por lo tuyo… cuándo… ni los mejores lo saben… este es el tema que me gustaría que tratases algún día, los presupuestos.
Eso es todo! Suerte!
REALIZA2
Muchas gracias!…me parece muy buena idea, que te parece si me cuentas alguna y voy recopilando?, gracias!!!!